El vigor y perspectiva de un importante productor musical
Por Fernando Curiel
Sebastian Krys se ha destacado por brindar una perspectiva y transparencia que permiten que el artista reluzca en la luz de su esencia. Ha ganado 5 premios GRAMMY y 12 Latin GRAMMY por su trabajo junto a reconocidos artistas de la talla de Marc Anthony, Gloria Estefan, Luis Fonsi, Ricky Martin, Carlos Vives y Shakira. Disfruten de esta entrevista con Sebastián Krys.
¿Cómo te iniciaste en el mundo de la música?
Mi primera exposición a esto de estar detrás de las cámaras fue en la secundaria donde estudié, la escuela pública tenía un estudio de televisión. Ahí se hizo obvio que lo mío era la música, y había encontrado una manera de entrarle a la música sin ser buen músico. Después trabajé en el estudio de Emilio Estefan sirviendo café, y de ahí fui creciendo primero como ingeniero y después como productor.
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¿Siempre quisiste ser productor?
Yo quería ser productor desde los 15 ó 16 años. Nunca realmente quería hacer otra cosa.
¿Qué fue lo más importante que aprendiste durante la etapa en la que trabajabas bajo Emilio Estefan?
Creo que lo más importante que aprendí ahí es valorar la oportunidad. O sea, hay muchísimo talento por todo el mundo y realmente la diferencia entre llegar y no llegar es la oportunidad. Siempre he valorado mucho la oportunidad de hacer algo que me gusta. Estoy muy agradecido con ellos no solo por abrirme las puertas, sino también porque siempre respetaron mucho lo que yo quería hacer. Cuando ya había pasado las etapas de servir café y de ser asistente, ya Emilio quería que yo empezara a hacer cosas como mezclar, o producir. A mí me encantó la oportunidad pero le dije que yo tengo que tener el derecho de decirle que no a ciertos proyectos que realmente no me llegan. Así que fue una experiencia muy valiosa en ambos lugares porque creo que la gente tiene que marcar su propio camino, y si tienes la oportunidad de darle una oportunidad a alguien, hazlo.
Te desenvuelves muy bien en varios aspectos técnicos como ingeniero de grabación y mezcla, y producción, ¿te identificas más con uno que con otro?
Siempre he visto el estudio como un instrumento más. Cuando la gente me pregunta cuál es mi instrumento principal… bueno, toco guitarra, un poco de piano, saxo, y otras cosas, pero mi instrumento principal siempre fue el estudio y los espacios. Entonces, realmente me identifico con eso, con el estudio como una herramienta musical y no una herramienta técnica; y trato de llevar eso a las producciones.
Hablando del estudio y herramientas de audio, me llevaría un micrófono Telefunken 251 y un buen preamp. Pero si tengo un buen micro, preamp, y laptop para grabar, yo me las arreglo. Siempre decimos que es el indio y no la flecha.
¿Tienes algún preamplificador de micro favorito?
Sí, el John Hardy M-1.
¿Tienes algún compresor favorito?
Generalmente grabo sin compresión. Trato de elegir muy bien al músico y al espacio. Pero hay uno que me encanta para mezclar voces y es de Inward Connections, que es un limitador más que un compresor, pero me encanta su sonido y particularmente lo que le hace a las voces.
¿Qué consideras más efectivo al momento de presentar una canción, que el demo sea minimalista o que cuente con una producción completa y profesional?
Yo soy muy partidario de que sea guitarra y voz, o piano y voz. Muchas veces lo que pasa es que un demo condiciona a la producción, con la excepción de música basada en tracks, como el rap o algo así. Pero en música pop, prefiero siempre escuchar la canción y no que esté condicionada por una producción que apunte hacia algún lado. He visto cómo se caen canciones del repertorio por el demo. Si la canción está bien interpretada, solo con una guitarra y voz, ahí te das cuenta si hay una buena canción o no.
¿Qué tareas llevaste a cabo en el disco Sirope de Alejandro Sanz?
Para cuando me sumé al disco él ya llevaba unos ocho meses trabajando en la composición y demos, y básicamente para explicar mi labor en esta producción, recuerdo una frase que él me repetía, “Haz lo que quieras pero no toques nada”. Y una de las cosas que él quería tratar de decir con eso es que no podemos perder la esencia de la composición de los demos que ya tenía. Había ya mucho trabajo y tiempo detrás de lo que llevaba hecho, y mi trabajo era, primero elegir a los músicos para interpretar lo que había en los demos, y segundo, tratar de resaltar esa esencia sin perderla. Fue un reto grande porque realmente tenía parámetros chicos pero mucha libertad dentro de esos parámetros. Fue una colaboración en todo el sentido de la palabra. La verdad que lo disfruté mucho por ese hecho, porque fue diferente a otras experiencias en la que uno está empezando de cero. Estábamos empezando desde un punto bastante establecido, y era interpretar todo eso, como mejorarlo y como resaltarlo. Pasamos alrededor de seis meses entre producción y mezcla.
¿Qué experiencia tienes como compositor?
He compuesto con Luis Fonsi, algunas de las canciones de La Santa Cecilia, entre otros, pero trato de separar mucho esos dos mundos porque, cuando eres productor termina siendo un poquito conflicto de interés; o sea, tienes que ser más imparcial. Es difícil tener credibilidad al decir que estas son las mejores canciones si tu las compusiste. Siempre que hago algo con un artista, terminamos las canciones y después dejamos que otro elija las mejores canciones que deben quedarse en el disco.
¿Cómo defines lo que significa ser un productor musical?
Hoy en día tienes que ser bastante flexible y hacer de todo un poco. Antes el rol del productor estaba muy definido, así como el del arreglista y del ingeniero, y como hoy hay presupuestos mucho más reducidos, hay que hacer de todo un poco para poder realmente vivir de esto. Al final es ser una persona que agarra retos y problemas que puede solucionar de la manera que permite llegar a una meta de tener un muy buen disco dentro del presupuesto y del tiempo en el que hay que hacerlo. La producción musical es muy linda pero al final también tiene un modo muy grande de logística y de manejo de personas y otro lado que tiene mucho menos glamour pero que sigue siendo fundamental.
¿Qué puede hacer un productor para primero identificar la esencia del artista y luego permitir que eso quede en el producto final?
Creo que uno de los errores que comete la gente es que va solamente por el lado musical, creo que al final tienes que hacer muchas preguntas más del artista, no nada más de su vida y cómo ven la música, pero también de sus inicios, de cómo se formaron y cómo llegaron a donde están ahora. Hay que escuchar a los artistas porque generalmente saben mucho más de lo que le damos crédito. Saben cómo reaccionar en público, los buenos artistas son gente supremamente sensibles ante todo lo que está sucediendo, y creo que hay que confiar en la sensibilidad del artista. Hay que tener una confianza y un respeto a lo que le están tratando de llegar. Por ejemplo, en el disco de Alejandro [Sanz], antes de trabajar pasamos dos semanas en Madrid simplemente escuchando música y hablando, no estábamos creando nada, y era más entendernos uno al otro. Y probablemente fue una de las partes más importantes del proyecto. Me gusta hacer muchas preguntas, no como entrevista sino casualmente; salir, convivir un poco y tratar de entender de dónde viene la persona y el por qué hace las cosas que hace. Y de ahí tratar de deducir para dónde tenemos que ir, y cómo llegarle a ese lugar.
¿Qué significa para un artista de tu calibre ganar un premio como el Grammy?
El GRAMMY es un premio que al final está otorgado por colegas de la industria. Por otro lado, los discos –ganen o no ganen– al final no mejoran ni empeoran por ser o no nominados al premio. Creo que lo bueno más allá del premio GRAMMY en sí, es que reúne a todo el mundo. La semana de los GRAMMY o Latin GRAMMY es una que realmente disfruto mucho porque puedes convivir con todos tus colegas, y ves a mucha gente que normalmente no tienes oportunidad de ver todo el año. Es una fiesta y estamos ahí para celebrar la música. Creo que la parte competitiva es la más rara porque, por ejemplo, he perdido muchas veces y cuando eso pasa, todo el mundo agarra y te dice, “Uy, lo siento mucho…”, como si se hubiese muerto tu perro o una cosa así [risas]. Después todo el mundo te dice, “Yo voté por ti”. Y entonces uno se pregunta, si todos votaron por mí, entonces ¿cómo perdí? [Risas] Es muy chistosa esa semana y creo que la esencia de lo que hace los GRAMMY es muy buena, de unir a la gente y tratar de resaltar un poco a ciertos artistas. Es muy bello cuando hay artistas con menos proyección que tienen ese momento importante. Honestamente disfruto mucho más viendo eso porque ya lo viví; ver la ilusión de un artista nominado a Mejor nuevo artista, o un ingeniero que es su primera nominación, porque es uno de los momentos más importantes para ellos y para sus familias y en cierta forma sien-ten que validan todos los sacrificios que hace uno en esta industria a nivel de todas las horas que le tienes que dedicar. Obviamente no son sacrificios como en otras industrias y somos gente muy privilegiada de hacer lo que nos gusta. Es muy bello ver cómo comparten y cómo viven esas experiencias, particularmente la gente que la está viviendo por primera vez.
Habiendo trabajando con artistas de géneros tan variados como pop, indie, tropical y rock, ¿cómo haces para abarcar tantos géneros tan bien y no quedar encasillado como otros productores o artistas que son identificados por ser buenos en un solo estilo musical?
Primero, gracias, porque trato de abarcarlos pero no sé si lo hago bien [risas]. Yo vengo del punk, y mucha gente lo confunde con un género pero realmente musicalmente era muy versátil en sus inicios. Y yo tengo una manera de ver la música que básicamente la divido en dos tipos: la música buena y la música mala. Entonces, trato de trabajar en música buena y no distingo la categoría de géneros. Los grandes artistas han roto las reglas de categoría. Si te pregunto de qué género es La Santa Cecilia, ¿qué dices? Es muy difícil describir el género de ese grupo. Carlos Vives es otro buen ejemplo, ahora se ha hecho un género basado en lo que él hizo, pero cuando salió no existía ese género y creo que tiene más que ver con tratar de mantener la esencia del artista y no del productor. Hay productores que para mí son artistas, que tienen un sonido; ellos hacen algo y luego los cantantes se suman a lo que hace él. Para mí es de otra manera, siempre me han gustado los productores como Rick Rubin o Hugh Padgham, que abarcaban muchas cosas muy diferentes. Rick Rubin ha trabajado con los Beastie Boys, Slayer y Johnny Cash, y lo ha hecho todo muy bien, pero creo que lo hace muy bien porque sabe que al final la voz que tiene que resaltar es la del artista y no la del productor, y el productor tiene que ser el más invisible dentro del proceso. Entonces creo que vas aprendiendo. Por ejemplo, con Carlos Vives, el que sabe de música colombiana es Carlos, no yo. Mi trabajo ahí era capturarla y tratar de resolver cosas y proponer cosas que sumaban, pero al final el experto en eso era Carlos y Andrés Castro. Entonces hay que escuchar mucho de ellos y de los músicos para sumarle al proyecto y no tratar de ser el jefe o el líder del proyecto, sino ser parte del equipo.