¿Qué te llevó a hacer una trilogía de discos?

Es una trilogía simplemente por el nombre de los discos. Hice Amor Futuro en el momento en que nació mi hijo, me inspiré mucho en esa experiencia tan única. Luego me empezaron a preguntar si iba a haber amor presente y amor pasado. Entonces hice Amor Presente basándome en lo que me pasaba en ese preciso momento. Y bueno, ahora Amor Pasado es una ventana a la música tradicional de México. 

¿Cómo has logrado seguir componiendo prolíficamente durante la cuarentena?

Bueno, en verdad yo también perdí la inspiración. Es difícil meterse en ese espacio creativo cuando están pasando todas estas cosas en el mundo. Lo que pasa es que tenía muchas canciones que estaban por terminar. Entonces me dediqué a retomarlas y terminarlas. Además, uno pierde sus espacios y horarios para trabajar, ya que uno está con la familia todo el tiempo, lo cual también es muy lindo a su vez. Entonces ahorita me he dedicado más a acumular material para el futuro. 

¿Cómo compones?

Son diferentes maneras. La composición de canciones es algo que he trabajado de diferentes formas dependiendo del momento. A veces tengo una frase o algunas palabras que me llevan a toda una historia o situación. De ahí de pronto empiezo a hacer la melodía en base a esa frase. A veces primero empiezo con una estructura armónica que me lleva a una historia y a través del balbuceo voy encontrando esa melodía y letra. En algún momento el subconsciente se manifiesta y de pronto sale esa frase o juego de palabras que te mencioné al inicio. 

Recientemente Daniel Ek de Spotify dijo que se debe lanzar música cada par de meses en vez de años. Eso desató una fuerte crítica. ¿Qué opinión te merecen sus declaraciones?

Sí vi eso y también noté la reacción molesta de algunos. Creo que una cosa es la realidad del negocio de las plataformas de streaming. Ellos necesitan material constante. Pero es una realidad espantosa. Necesitan productos para vender, como si fuese una máquina que produce refrescos o papitas. Pero el arte no funciona así. El arte requiere pausa, silencios, acumular energía para una siguiente entrega que tenga fuerza. Si produces sin parar, posiblemente vas a tener cosas vacías y sin sentido. Hay géneros que se prestan para eso, de pronto cosas más de fiestas y tal. Pero hay géneros que no te permiten esa ligereza. Arreglar cuerdas o demás, toma más tiempo y dedicación.

Y creo que ese pensamiento corporativo lastima las artes ya que obliga a solo ese tipo de música que se puede producir a esa velocidad tenga relevancia. Solo el género que genera dinero importa, y el que no, va a desaparecer pues no le interesa a la disquera, patrocinadores, etc. Entonces quedamos con uno o dos géneros, de entre todos los que podría ver. Algunos de estos artistas le dicen a su productor “envíame cinco tracks” , luego en una noche le meten letra a todos y listo. No tengo nada en contra con los géneros que pueden manejarse a esta velocidad, pero me preocupa los que no. 

¿Qué buscas en un productor?

Sobre todo busco emoción. Que el productor se involucre en los temas. Poder charlar al respecto, hablar de las influencias apropiadas para la canción en cuestión, etc. Es importante que el productor esté al servicio del artista y no al de la compañía de discos. 

¿Cuáles han sido algunos grandes retos que has enfrentado?

Uno de los más grandes retos que enfrenté fue re-empezar mi carrera luego de la separación de Sin Bandera. Fue un trabajo muy difícil. Abrir camino entre un público nuevo y con un nuevo sonido y que me aceptaran como Leonel García. Fue difícil también venir de tocar en lugares muy grandes y repletos a lugares muy pequeñitos, algunos hasta inimaginables. Fue un gran reto reconstruir mi carrera y tomó varios años poder establecer un público nuevo e ir escalando a mejores lugares para tocar. Muchos pensarían que Sin Bandera impulsó mi carrera solista pero no fue así. En realidad eso lo hizo hasta más difícil. La gente no quería que Sin Bandera se separara, y había un rechazo ante todo lo que hiciéramos que no fuese con Sin Bandera. La gente no lo aceptaba y tomó varios años para construir ese público que quisiera pagar por verme y consumir mi música. Todo el tema de lo digital nos ayudó a poder encontrar y llegar a un público que no era el de Sin Bandera, pues le podíamos hablar directamente. 

Uno de los grandes retos que tiene el artista en la actualidad es mantenerse fiel a lo que hace, sobre todo si lo que hace no es lo urbano. Todos los números y logros de hoy día son prácticamente del urbano, entonces es difícil mantenerse fiel a lo que haces sin tener que cambiar de género. Yo creo que hay una diversidad en muchos países y un deseo de escuchar otros géneros. Acá en Latinoamérica los charts son más homogéneos y volcados a lo urbano. 

¿Sientes que has llegado a la cima de tu carrera?  

Hay muchas cosas que aun me faltan por hacer. Nos falta trabajar en otros países y llegar a otros territorios como Argentina, Chile, España. Nuestra presencia es fuerte en México pero me gustaría poder llegar de esta forma a otros lados. También me interesa la posibilidad de cantar en inglés para llegar a otros mercados.