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Yamil Martínez

Yamil Martínez es uno de los ingenieros de sonido más destacados de la actualidad. La lista de artistas con que trabaja es de elite, desde Luis Fonsi y CNCO hasta Rubén Blades, Ricky Martin y Maná. Ya sea como ingeniero de sala o de estudio, Yamil posee una agenda repleta y es de los profesionales de audio más solicitados por los grandes nombres de nuestra industria.

En esta entrevista hablamos de una variedad de temas interesantes, desde las realidades de esta industria y cómo ser un mejor profesional hasta de si vale la pena estudiar música/audio en una universidad y de su relación con la empresa DPA, como artista patrocinado.

Hola Yamil, un gusto. Sé que muy ocupado, gracias por aceptar hacer la entrevista.

Es un gusto doble para mí, doble. Primero poque te considero un amigo y siempre es grato charlar contigo, segundo, por la gente de DPA Microphones que se ha portado muy bien conmigo.

Entremos en materia. Tú te graduaste de la Universidad de Full Sail. ¿Hoy en día vale la pena estudiar música o audio formalmente, y hasta endeudarse con pagos de universidad?

Pregunta interesante. Bueno, yo vengo de familia de educadores. Mi esposa trabaja en la universidad, mi hermano trabaja en la universidad, mi mamá fue profesora universitaria. Y la mejor idea que yo puedo decir referente a la universidad es que la universidad te prepara para aprender en el campo laboral.

Definitivamente, no necesariamente todos tienen que ir a la universidad para lograr quizás tener éxito en alguna carrera. Pero hay instituciones educativas que a te pueden brindar un atajo en la fila de las oportunidades. Igual, únicamente ir a universidad no te hace un gran ingeniero, un gran técnico o músico. Pero sí, al tener una educación formal, te da más posibilidades de que te tenga alguna oportunidad para empezar.

Entonces, a menos que tú seas muy autodidacta y le dediques mucho tiempo a leer sobre audio e ir más allá de hablar de tu orden en la cadena y cuáles son tus settings, es complejo. Mucha gente no le dedica tiempo a estudiar la física tras el sonido, por qué pasa esto, por qué yo escucho esto cuando hago esto otro. Entonces, esas son las cosas que cuando tú las entiendes, tú te puedes encontrar problemas nuevos y poder resolverlos. Y eso te lo da la escuela. Estudiarlo de manera empírica requiere muchísima disciplina.

Si tienes los recursos, yo creo que va a dar la pena la escuela. Si no los tienes, yo creo que lo más importante que debes es estudiar la física. Y para eso hay muchas instituciones y muchas compañías que dan buenos seminarios.

¿Cómo inició el interés de Yamil Martínez por el mundo del audio?

Todo empezó en la iglesia. Un pastor que era artista empezó a traer mucha música y hasta hacían obras de teatro en ciertas temporadas musicales. Yo siendo niño, pues iba a las obras de teatro, a ver los ensayos y siempre quería ayudar. Y una vez me tocó ir a un estudio de grabación a ayudar con cables y tal y desde ese día yo dije, esto es lo que yo quiero hacer. Para mí fue una experiencia tan alucinante. Y entonces empecé a estudiarlo formalmente. Y en la misma iglesia, surgieron oportunidades para empezar a trabajar con grupos, básicamente jugando, tratando de hacer que las cosas funcionaran de manera empírica.

¿Cuántos años tenía cuando fuiste al estudio con la iglesia ese por primera vez?

Uno 12 años. Pero en realidad venía de antes. De muy pequeño yo iba a las tiendas de discos con mi mamá y me ponía a ver los radios y me preguntaba por qué uno tenía tres botones, y por qué tenía 10. Y me ponía a comparar y a tratar de investigar por qué, qué diferencia hacía que tuviera tal o cual botón.

Me gustaría que me hablaras un poquito de la diferencia y de los retos de trabajar en sonido en vivo versus estudio.

Ese fue el primer reto que yo me encontré entre esos dos ámbitos hace más de 20 años. Era difícil que te tomaran en serio en uno si hacías lo otro y viceversa. Porque la gente veía el sonido en vivo con una mentalidad de hacerlo rápido, resolver para el show de la noche. Y la gente de estudio pensaba que, si tú venías de en vivo, pues posiblemente no tendrías un buen criterio, no tendrías tu oído afinado. Entonces, en este negocio te ponen un sello y los que te conocen por hacer en vivo, pues no te visualizan como para estudios y viceversa.

Hay clientes con los que no he hecho nada de estudio y he hecho todo en vivo, y también tengo clientes con que he hecho todo en estudio y nada en vivo, y tengo clientes que dicen “Yamil Martínez es un híbrido”. Así que el primer reto es que te tomen esto en serio en ambos lados y que te respeten en ambos lados para que te den la oportunidad.

En las partes de los retos técnicos, el primer reto es ambientarte y aclimatarte a la referencia. Por ejemplo, cuando tú vienes de un PA poderoso en sonido en vivo donde los bajos hasta te ponen el cuerpo a temblar, es importante llegar al estudio y ambientarte bocinas de seis pulgadas que te mueven ni un pelo. Toma cierto proceso de adaptación.

También tiene que entender las diferencias básicas. Por ejemplo, en el estudio tienes tiempo de experimentar, de probar, de hacer cosas, de probar diferentes posiciones de micrófono, etc. Usualmente en un espectáculo no tienes ese tiempo. Pero, por otra parte, en vivo tienes la experiencia de ir trabajar con un PA mucho más completo que da una experiencia totalmente física. Tienes que manejar problemas acústicos, resonancia y tú te centras de otra manera. Yo cuando empecé a girar me hice muy consciente de lo que son las resonancias, del masking y todos los problemas que traen en la cuestión de la definición, que en el estudio nunca me di cuenta.

Lo otro que es muy significativo es la parte de microfonía. Saber entender qué te sirve en un ámbito, qué te sirve en otro y cuáles son híbridos, cómo combinarlos. Y mi mentalidad, por ejemplo, en el caso de un micrófono, está muy influenciada por mi trabajo en vivo. Usualmente la gente del estudio piensa en el color del micrófono. Yo pienso más en la contaminación o qué tanto filtra el micrófono.

Son dos perspectivas de lo mismo. En el estudio, el color del micro es rey y señor. Pero en vivo, puede que un micrófono suene bien, pero mientras no esté la batería tocando, pues entonces hay contaminación.

Entonces, ahí uno aprende otras consideraciones. En el caso de los micros DPA, una de las cosas maravillosas que tienen es que la contaminación es muy controlada y suenan muy bien.

Yamil Martínez

 

¿Qué tú le recomiendas al técnico, al ingeniero de audio joven que le gustaría destacarse en la industria?

Bueno, lo primero es que esto requiere mucho tiempo. La razón la cuál tengo esta experiencia es porque he cometido demasiados errores y ya hay muchos que me sé evitar. Por lo tanto, puedo ser más efectivo. Y los errores, si no los puedo evitar, pues son bienvenidos. Pero es un pecado repetirlos. De los errores se aprenden siempre y cuando haya reflexión al respecto. Es decir, fallé, pero ¿por qué fallé? ¿Cómo yo puedo hacer para que esto no me vuelva a pasar? Pues es ahí donde vas a crecer.

Ahora qué todo mundo tiene un DAW en casa, ¿piensas que se ha perdido el arte de la microfonía?

Yo creo que es justo eso lo que separa a unos de otros. Porque en la producción moderna, la mayoría de las cosas son instrumentos virtuales, una guitarra con bajo, una batería. Pero hay otra serie de instrumentos que son importantes y que desarrollan tus técnicas para ser mejor con tu micrófono y más efectivo. Porque una buena captura empieza con un mejor producto. Una mala captura empieza con un producto trucado que lo que puedo hacer es maquillarlo. Y en Puerto Rico tenemos un dicho que dice que, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Entonces, una captura deficiente por mala selección de micrófono, por mala combinación o mal posicionamiento, por escoger un micrófono con filtración no adecuada o el patrón polar no adecuado, podrían haber sido evitadas.

¿Qué es lo que te gusta los micrófonos de DPA?

Hay dos filosofías del micrófono. Está la filosofía de que quiero una captura transparente donde yo pueda tomar decisiones. Y está la filosofía de un micrófono que me dé el color que yo visualizo para él. Cualquiera de las dos es válido. Obviamente, la de coger un micrófono con color, ya tienes que ser una persona con muchos criterios, mucha experiencia y con mucha creatividad para visualizar esta canción, específicamente en el estudio, hacia dónde la quiero llevar, sónicamente y en el aspecto de producción para entonces comprometer mi captura con un color en específico.

En el caso de tomar un micrófono transparente, tienes cierta flexibilidad que te permite manipular el resultado y llegar a tener un color luego, si en el momento de iniciar no tienes claro lo que quieres hacer. Y yo creo es justo ahí donde se destacan los micros de DPA, ya que te ofrecen un lienzo en blanco sobre el cual trabajar.

DPA te da un sonido muy natural, donde lo que tú escuchas se parece mucho al instrumento natural. No tiene mucha coloración y eso te da mucha flexibilidad. En mi caso, una de las cosas que yo evalúo mucho es la respuesta del transiente del micrófono. Muchas veces confundimos la respuesta del trasiente con brillo. A pesar de estar muy relacionado a las frecuencias altas, no es lo mismo.

Entonces los micros DPA me permiten tener que dar mucho menos de ecualización, porque el ataque que yo necesito en un dinámico clásico ya está, sin tener que ecualizarlo tanto, sin tener que comprimirlo tanto. Me dan la libertad de que si lo quiero super comprimido y que no tenga tanto trasciente lo puedo hacer. Pero si quiero un trasciende bien pronunciado y marcado, lo tengo ahí por naturaleza, no tengo que esforzar con otras herramientas y con un sonido más natural, puedo lograr más en menos tiempo.

Hay muchas marcas de micrófono buenísimas, pero pocas veces he encontrado un micro como el DPA 4099. Yo me atrevería hasta a grabar una voz con ese micrófono. Donde quiera que lo pongas, cae bien.

Además de eso, me encanta lo compactos que son sus micros, además de resistentes. Una vez el 4099 se mojó totalmente, al punto de meterle secador de cabello para poder secarlo y no se oxide. Y al micrófono no le pasó nada.

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