Armando Montiel se ha distinguido como uno de los percusionistas más completos dentro de la música popular de México. Ha logrado obtener un sonido propio fácilmente identificable en todos los diferentes medios en los que transita. Su estilo es una síntesis de sus influencias, misma que resulta en una mezcla personal del jazz con la música afroantillana, folclórica, rock, experimental y la música popular de su país.
Trayectoria de Armando Montiel
A lo largo de su carrera, Montiel ha colaborado con una gran variedad de artistas con los que ha participado en muchos proyectos y grabaciones. Entre ellos destacan Justo Almario, Ricardo Arjona, Christian Castro, Larry Coryell, Lila Downs, Emmanuel, Ana Gabriel, Benny Ibarra, Héctor Infanzón, José José, Abraham Laboriel, Eugenia León, Iván Lins, Lucero, Waldo Madera, La Maldita Vecindad, Armando Manzanero, Chilo Morán, Pandora, Paulina Rubio, Sacbe, Aleks Syntek, Eugenio Toussaint, Enanitos Verdes y Francisco Xavier, entre muchos otros. Montiel se ha presentado en los escenarios más importantes de México así como también lo ha hecho en escenarios y festivales de música en Canadá, Japón, Estados Unidos, Alemania, Cuba, España, Chile, República Dominicana, Colombia y Guatemala.
Entrevistas
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Leí que comenzaste principalmente en la percusión afrocubana, pero al mismo tiempo has tocado con una gran variedad de artistas y grupos y en muchos estilos diversos. ¿Cómo fue que comenzaste a ampliar tu horizonte musical?
Creo que la fórmula en mi vida ha sido el que siempre me atreví a hacer las cosas. Claro, no siempre se triunfa, pero cuando a alguien no le gustó lo que hice simplemente me dijeron, “no me gusta” o “no eres el indicado”. Aprendí a no tirarme al piso, a no hacerme la víctima y a que el “no” siempre lo tenía ganado. Algo que me ha ayudado es el crear un gusto por hacer las cosas con honestidad, con sinceridad, y más allá de eso, no somos moneditas de oro para caerle bien a todo el mundo. El rechazo simplemente me daba la pila para ponerme a estudiar, a investigar de donde venían las cosas, quién las tocaba y cómo, y eso me ayudó mucho en el sentido de abrir mi cabeza.
Todo coincidió en que comencé a acompañar a cantantes como Tania Libertad, Eugenia León y Ana Gabriel, y al mismo tiempo hice mis primeros pininos en el latin jazz y empecé a tocar con Gerardo Batiz. Él fue realmente la primera persona con la que comencé a tocar mis tambores en otra onda que no fuera salsa o guaracha. Empecé a juntarme a tocar con los mejores músicos de jazz en el México de esa época tales como Eugenio Toussaint, Chilo Morán, Juan José Calatayud, y Enrique Nery. Empecé a tocar jazz en el club Arcano, echándome palomazos con el grupo Antropoleo, con Héctor Infanzón, Agustín Bernal y Tony Cárdenas, y ahí fue donde aprendí a tocar cosas más complejas con cortes rítmicos, cambios de tiempo, etc. Ahí fue donde me empecé a curtir en el jazz. Después Antropoleo se deshizo e Infanzón creó su propio grupo del cual yo fui parte junto con Waldo Madera y Rodrigo Cárdenas. Grabamos el disco Nos Toca y no es por colgarme una medalla, pero creo que fue uno de los mejores discos de latin jazz que se han hecho en México
Sé que tocaste y grabaste con el legendario grupo de jazz Sacbe. ¿Cómo se dio eso?
Fernando Toussaint me invitó a tocar con Sacbe y aprendí muchísimo con ellos. Estuve ya en la última parte del grupo Sacbe junto con los tres hermanos Toussaint, y Paul McCandless o Alejandro Campos en los saxofones. Hicimos el disco de Los Pintores. Durante todo ese lapso seguí haciendo música pop para subsistir económicamente, pues me pasó lo mismo que a ti; me convertí en padre y ¡decidí comprar pañales en lugar de discos! [Risas] Entonces mis proyectos de vida siguen, pero mi prioridad cambió.
¿Te gusta más tocar en vivo o grabar en estudio?
En verdad te digo que lo que más me gusta en la música es la onda de la grabación. Me encanta el estudio, porque ahí sí te pones a prueba de verdad, y no hay el ‘no se dieron cuenta’ [risas]. Aprendí muchísimo tocando y grabando con todos estos personajes que te cuento y eso a mí me hizo crecer musicalmente.
¿Tienes alguna anécdota de aprendizaje y crecimiento en particular que sea muy memorable?
Sí, hay una anécdota muy bonita que siempre cuento. Una vez Chilo Morán me invitó a tocar con su grupo y cuando me subo a tocar, ya sabes, yo tratando de impresionar a los otros músicos, sobresalir. Y de repente Chilo me dice; “m’hijo, o tocas bien, ¡O TE BAJAS!” [Risas] ¡Pum! ¡Tremendo batazo! Y ya cuando terminé de tocar, Chilo me dice “m’hijo ven aquí…te dije lo que te dije porque veo que tienes madera, pero tienes que aprender a escuchar, no a oír. Escucha lo que están haciendo los otros músicos, ¡DISFRUTA! Ya cuando te toque lucirte entonces sí, desahógate, métele todo lo que quieras. Pero primero aprende a acompañar.
Parece que para muchos la música se ha convertido en un deporte.
Siento que ahora con internet todos los jóvenes tienen una gran necesidad de que los reconozcan por ser los más rápidos y se les olvida la música. Y está bien, puedes sonar como una ametralladora, pero el día que llegas a tocar con Armando Manzanero, ¡lo que menos te va a funcionar es eso! [Risas] Hay una diferencia entre ser músico y ser cirquero. Tú puedes tener los medios, la técnica, ser súper rápido, pero hay que saber cuándo aplicarlo. Para mí es más difícil aprender a acompañar. No se trata de que llegues y seas el más rápido del oeste. Eso no sirve para nada, ¡mejor haz tu propio grupo!
¿Algún consejo para los jóvenes?
Algo que le digo a mis alumnos es que antes de buscar el ser famosos traten primero de ser mejores personas todos los días, eso te lleva a lugares que tú ni siquiera te imaginas. Sí, está muy bien los aplausos y el reconocimiento, pero yo llego a mi casa y tengo que lavar los trastes, tender la cama, o sea esa es mi vida real. Lo de allá afuera es puro glamour y también es parte de mi vida pero lo real, lo que me hace ser persona es la convivencia diaria. Tienes que ser mejor padre, mejor marido, mejor compañero, mejor amigo, eso te lleva a ser grande. Lo demás es consecuencia. Todo llega solito. Otra de las cosas que le digo a los jóvenes es que hay que leer, ver cine, teatro, vean danza, vean pintura, métanse a los museos, todo eso tiene que ver con la música. Nada está peleado; todo es música. Por los ojos entra todo. Todo lo que ves lo puedes convertir en música. Para mí la música no entra por los oídos; entra por los ojos y se convierte en música.