OSKAR CARTAYA:
Embajador de la música en el mundo
Por Antonio Gandía y Fernando Curiel
Hay grandes músicos que llegan a nuestra mente y ahí se quedan para siempre, en la memoria. Para mí Oskar Cartaya fue y sigue siendo uno de esos músicos. La primera vez que vi una mención sobre él fue a finales de los años ochenta, cuando leí su nombre y vi su fotografía en una nota publicada por la revista Guitar World. La nota hablaba sobre su trabajo con Spyro Gyra, el conocido grupo de jazz del cual Cartaya fuera integrante por cinco años. En 1990 ese mismo grupo lanzó un álbum titulado Fast Forward. Al escucharlo en aquel entonces me di cuenta de que Oskar no solo es un gran bajista, sino que además es un excelente compositor y arreglista, lo cual es evidenciado por su exitoso y magnífico tema titulado “Para ti Latino”, incluido en dicho álbum.
Además de tocar y grabar con Spyro Gyra, Cartaya también ha trabajado como bajista, compositor, arreglista y productor con Herb Alpert, Joe Sample, Alex Acuña, Jennifer López, Willie Colón, Tito Puente, Steve Lukather, Tania María, Robbie Robertson, Tito Puente, Steve Winwood, Arturo Sandoval, Regina Carter, Kirk Whalum, Randy Brecker y muchos otros. Cartaya ha tocado el bajo en más de 200 discos a lo largo de casi 35 años de carrera profesional.
Entrevistas
- Entrevista a Mario Domm
- Bruce Swedien, La vida y sabiduría de un ingeniero legendario
- Negroni’s Trio, Una nueva y aventurada era musical
- Tributo a Gary Moore
- Dizzy Reed, La vida muerta del Rock & Roll
- Alejandro Sanz, Tras tanto éxito
- Jorge Mejía, Una vida soñada en la música
- Buster Williams, Célebre bajista con 57 años de excelencia
- Kyle Hollingsworth
- Entrevista a Noel Schajris
En enero de 2017 Cartaya lanzó su segunda y más reciente producción como líder con el álbum titulado Bajo Mundo. Oskar opina que este nuevo álbum “es un placer en la mezcla de culturas, vida y música que habla directamente al alma pero desafía al intelecto”. No podría estar yo más de acuerdo con él.
Tuve el honor y el privilegio de conversar con Oskar Cartaya, y esto fue lo que platicamos.
Antes que nada, te agradecemos muchísimo por tu tiempo. Llevo varios días escuchando tu nuevo álbum, y me ha gustado muchísimo. Es increíble la forma en la que fusionas tantos estilos. ¿Cómo fue que se originó el concepto de Bajo Mundo?
Al contrario, gracias a ti y a Músico Pro. El título del álbum fue lo primero que me vino a la mente. Un día se me ocurrió y comencé a darle vueltas. Pensé que sería una buena excusa para hacer un poco de todo. Me imaginé que yo tenía mi bajo y una mochila y me iba a viajar por el mundo, como la gente que termina la universidad y se van a viajar para ver qué quieren hacer con su vida. Entonces, poco a poco las canciones fueron saliendo. El título del disco me dio la inspiración, y generalmente esto se hace al revés, ¡primero grabas un disco y luego le buscas título! [Risas]
Me encanta el doble sentido y humor del título.
De músicos poetas y locos todos tenemos un poco. Tener todo un concepto en tu cabeza y tratar de explicarlo puede ser frustrante. Al principio yo tenía la idea completa de Bajo Mundo, donde la música y lo visual iban a conectarse con el título y todo iba a tener sentido. La portada del álbum es una interpretación mía de una foto de Al Pacino en El Padrino. La intención fue crear un mafioso del bajo mundo, pero cuál bajo mundo no se sabe, pues en la foto también salgo con mi bajo y un mapamundi.
Pasaron 12 años entre tu primer disco y este último.
Pues sí, he estado ocupado trabajando con todo el mundo, haciendo producciones y viajando. Un álbum propio no sucede hasta que no decides que vas a hacerlo para ti mismo, pues no hay una disquera presionando. Yo soy mi propia disquera y decido mi fecha límite de entrega. Me tomó casi dos años para grabar este CD, y todo fue grabado en vivo, no hay secuenciadores. Solo músicos de distintos países y culturas, tocando juntos y creando música.
Bajo Mundo tiene algo para todos, no es exclusivamente un disco para bajistas.
Gracias, ese es mi propósito. Soy músico primero, bajista después, y la musicalidad tiene que predominar. Así que para mí el cumplido más grande es que me digan que mi disco no suena como un álbum de bajista.
Bueno, pero también tiene líneas de bajo impresionantes.
Pero no soy el centro de atención. Siempre digo que el bajo es un instrumento tan primordial que para ser bajista es necesario tener la conciencia de que nunca te vas a ganar un Oscar por mejor actor; siempre vas a ser actor de soporte. Es decir, ayudaste a que alguien más se viera bien. Para mí eso es tocar el bajo. De vez en cuando escuchas alguna música sin contenido, sin groove ¡pero donde el bajista es buenísimo! [Risas] Eso para mí no tiene sentido.
Tengo que contarte esto: íbamos escuchando tu álbum en el auto y mi hija de 13 años dijo, ‘papá, generalmente no me gusta lo que escuchas, pero esto está muy bueno’.
¡Me acabas de hacer el día! [Risas] Algunos hablan sobre la separación tan grande que existe entre la música que uno hace y lo que los jóvenes escuchan actualmente. Pero recuerda que la música es un instinto primitivo. Hay ciertos tipos de música que provocan una reacción innata en la gente, y otros tipos de música que por más que insistas no les va a gustar. Cuando algo habla directo desde un corazón puede llegar a otro corazón. Cada nota que yo toco tiene un significado legítimo y honesto. Entonces que bendición que mi música puede resonar con otras generaciones. Tu hija escuchó algo honesto en mi música. Nunca subestimes el poder de la música; le llega a quien le llega. Hay que tirar semillas en todo sitio, pues nunca sabes dónde crecerán.
Sin duda, se nota que hiciste este álbum con amor.
Amor y pasión. Es lo único que tenemos. Yo siento que me volvería loco si no hago esta música. En una industria que está casi muerta entre la falta de apoyo de disqueras y la piratería, acabas produciendo un CD, luego mandas a fabricar los discos, y yo les llamo ‘tarjetas de presentación de lujo’ ¡pues termino regalándolos! [Risas] Hace 25 años uno podía vivir de la venta de CD. Hoy en día, en internet pasan tu álbum un millón de veces a través de cualquier servicio de streaming y con suerte ganas 15 dólares, y ¿cómo es eso posible? Tiene que haber algo que sea un centro de motivación. Entonces para mí la motivación es expresar los sentimientos que están atados a la música.
Háblame un poco de tus orígenes. ¿Vienes de una familia musical?
¡En mi casa no tocaban ni el radio! [Risas] En mi familia nadie tocaba nada. Pero yo he tenido una afinidad por la música desde los 3 o 4 años, tocando guitarritas de plástico y cosas así. De hecho en el disco hay una foto de cuando tenía yo esa edad y estoy tocando una guitarra. Lo único que siempre quise ser fue músico o deportista.
¿Cómo comenzó tu formación musical?
En Puerto Rico estudié en la Escuela Libre de Música en San Juan, mi Alma Mater. Fue la cuna de muchos grandes músicos de nuestra generación. Ahí estudié contrabajo clásico con Guillermo Figueroa. Después de que me gradué fui un año al Conservatorio de Música de Puerto Rico. En aquel momento yo tenía 18 años y trabajaba con artistas locales establecidos. A esa edad me iba mejor que a otros músicos mayores que yo. Entonces mi mentor, el gran bajista Junior Irizarry me dijo, ‘¿sabes qué? Ya llegaste a tu máximo aquí. En 20 años estarás haciendo lo mismo y no te va a satisfacer’. Entonces Junior me dio la solicitud para el M.I. [Musician’s Institute] y me dijo que me fuera a estudiar ahí. Así fue que vine a Los Ángeles al M.I., donde estudié por dos años. Uno de mis compañeros de clase fue el guitarrista Frank Gambale. Estudié con Jeff Berlín, Bob Magnusson, Tim Bogart y otros. Y venían bajistas importantes a hacer clínicas, como Abraham Laboriel, Jaco Pastorius, y Stanley Clarke. Estando en M.I. conocí a Alex Acuña y Justo Almario y empecé a trabajar con ellos y después también con Joe Sample de los Crusaders. Aun así, decidí que no me gustaba vivir en los Ángeles y quise regresarme a Puerto Rico, pero pensé en primero pasar un fin de semana en Nueva York, ¡y terminé quedándome 10 años ahí!
Uno de tus trabajos más renombrados fue con Spyro Gyra. ¿Cómo fue que esto se dio?
En L.A. yo había conocido al bajista Sal Cuevas, quien me presentó a Dave Valentín y a Jorge Dalto, quien fue pianista de George Benson. Cuando llegué a Nueva York en 1984 tenía los números telefónicos de Jorge y Dave, así que les llamé. Jorge me invitó a tocar en su grupo. De ahí toqué con Willie Colón, Héctor Lavoe y Celia Cruz. Y en ese momento me llamó [la pianista brasileña] Tania María. Yo estaba tratando de salirme del ámbito Latino, así que empecé a trabajar con Tania. Entonces me enteré de las audiciones para Spyro Gyra, y ellos empezaron a audicionar gente recomendada. A mí me recomendaron, hice mi audición y al día siguiente me llamaron para ofrecerme el trabajo.
Sé que también has sido productor y director artístico de grupos. ¿Crees que el ser bajista te da una perspectiva que no tienen otros instrumentos?
Yo considero que el bajista tiene un concepto muy fundamental y básico para la producción, más que muchos otros instrumentos. Nuestro instrumento tiene primordialmente la labor de crear una base sobre la que todo lo demás se le puede añadir. Cuando eres bajista tienes tantas formas de afectar subliminalmente lo que está pasando en la música. Rítmicamente somos un tambor melódico, como un bombo que tiene todas las 12 notas. Armónicamente tenemos una gran influencia sobre lo que ocurre. Un acorde no es acorde hasta que yo lo decida. Aunque un pianista o guitarrista toque un CMaj7, si yo por debajo toco un La, ¡entonces acabo de convertir el acorde en Am9! Cuando uno tiene ese conocimiento y sabes que puedes afectar rítmica y melódicamente todo lo que está pasando, entonces te das cuenta que uno puede sobresalir sin tener que tocar una línea de semicorcheas. Uno puede manipular la situación. Me gusta pensar que soy como un ninja y tengo muchas armas distintas, -las estrellitas, los nunchaks, etc., y dependiendo de lo que quiera hacer, eso es lo que voy a usar. Los bajistas productores pensamos de abajo hacia arriba, como una pirámide donde la parte de abajo es la más ancha y el piquito está arriba. Hay mucha gente que pone la pirámide de cabeza y eso no funciona. Siempre pienso, no importa cuántos adornos le quieres poner a un arbolito de Navidad, lo más importante es primero la base del arbolito. Yo sé que si la base está sólida, lo de arriba va a quedar mejor todavía.
¿Cuándo comenzaste a componer y arreglar tu propia música, y cómo es tu proceso de composición?
Lo he hecho desde el bachillerato, pero siempre tuve la intuición para organizar elementos de música. El deseo de crear siempre ha estado presente, y es un proceso de madurez, de crecimiento y de crear un vocabulario para lo que estás haciendo. Es como armar un rompecabezas. Todos los compositores tenemos una manera o una fórmula en particular que nos lleva a comenzar cosas, y nunca sabemos cómo una idea se va a desarrollar. A veces comienzo con un groove, inventándome líneas de bajo, y si veo que tienen personalidad, pienso, ‘ahora tengo que hacer algo con esto’ y entonces compongo música de atrás para adelante.
Has vivido y trabajado tanto en Nueva York como en Los Ángeles, -quizás las dos ciudades más importantes en la industria musical de Estados Unidos. ¿Cuáles son los pros y los contras de cada ciudad? ¿Puedes comparar y contrastarlas?
Sí, he tenido la dicha de vivir y trabajar en ambas ciudades y de además alcanzar un nivel aceptable en ambas de ellas. Creo que ciudades como estas y también Londres, Paris, Tokio, las capitales del mundo, son centros que atraen a los mejores músicos de cada pueblo, y ellos van a esos lugares a probar y ver qué tan buenos músicos son. Entonces lo que ocurre es que el nivel promedio de los músicos en estas ciudades es muchísimo más alto que, por ejemplo, el de Iowa. Por lo tanto, el nivel de competencia también es mucho más alto en estas ciudades. El decidir entre ir a Nueva York o a Los Ángeles depende de lo que un músico esté buscando hacer. Cada ciudad tiene distintos retos para los que hay que prepararse. Nueva York por supuesto atrae mucho al jazzista tradicional y también a quien quiere hacer fusiones de estilos, de ‘energía cruda’, por así decirlo. En Los Ángeles es lo opuesto, donde se hace la música comercial, el Pop, la música para películas, televisión, las giras y todo eso. Entonces es otra mentalidad. Aquí en L.A. tienes que estar preparado para distintas exigencias, con distintos instrumentos.
Parece que las reglas del juego han cambiado mucho en los últimos 20 años. Ahora la tecnología le permite a cualquiera grabar música en cualquier sitio. ¿Crees que actualmente aún es posible ser músico de estudio?
Esa es una excelente pregunta. Esa definición, ‘músico de estudio’, si no ha muerto, se encuentra agonizando en la sala de emergencias, en estado crítico. Sabemos que no podemos parar la tecnología. El desarrollo nunca terminará, y no ganamos nada tratando de resistirlo. Es como si un fotógrafo actualmente quisiera hacer fotografía a la antigua, con negativos revelados. Es ya casi imposible encontrar un sitio que haga revelado de rollos de película fotográfica. Y hace 20 años eso era lo normal. Así, cuando la tecnología y la industria van cambiando uno tiene que adaptarse. Y eso ha pasado en el ámbito de la grabación. Yo soy de los primeros que te va a decir que una grabación análoga en cinta de 2 pulgadas tiene mayor calidez y es sónicamente más densa y agradable que una grabación digital. Pero prácticamente toda la industria se ha vuelto digital, así que no tiene caso aferrarse a lo análogo. Antes los músicos de estudio básicamente vivían de grabar, y eran parte de comunidades pequeñas, donde casi siempre los mismos 10 bajistas grababan todo. Todo empezó a cambiar cuando la capacidad de grabar se volvió accesible para todo el mundo y de pronto fue posible grabar en cualquier lugar. Lo primordial de un músico de estudio era la destreza de poder llegar a leer a primera vista, tocar lo que fuera, con buen tiempo, afinado, con buen sonido, un buen instrumento, etc. Esas cualidades en un músico que graba ya no son tan importantes, pues alguien puede corregir lo que tocas con Auto-Tune, o lo pueden cuantizar y editar. Entonces, la demanda de eso que era tan primordial en un músico de estudio ahora es menor. Cuando yo empecé tuve la dicha de estar envuelto en ese ámbito por muchos años, grabando en vivo en los estudios. En esas situaciones nunca debes ser el ‘eslabón más débil’, es decir, la persona que hace que paren la grabación una y otra vez porque te equivocas, estás perdido o no puedes leer bien. Tienes que estar al nivel de los otros músicos, así que se requieren altos niveles de concentración y musicalidad.
Estás casado y ahora tienes un hijo. ¿Cómo haces para balancear tu vida personal con el trabajo?
Antes, la vida para mí era solo un ensayo, y el día que nació mi hijo se convirtió en show. Uno va aquí y allá, hace esto y lo otro. Pero en el momento en el que nace una criatura, sucede un cambio. Mi responsabilidad y mentalidad subieron a otro nivel. Ahora hay una persona por la que yo soy responsable hasta el día que me entierren. Esta conversación yo la he tenido con otros músicos como Marcus Miller y Stanley Clarke, y todos pensamos así. Antes de ser padre yo podía ir a muchos lugares a perder mi tiempo. Ahora prefiero pasar ese tiempo con mi hijo sentado o yendo al parque. Mis valores y prioridades han cambiado. Todo tiene un sentido más profundo, más intenso, y de alguna manera todo lo que yo haga, –o no haga– va a afectar a mi hijo. En mi trabajo ahora estoy haciendo música que tal vez ahora él no entiende pero quizás en 20 años pueda apreciarla. Así, si voy a dejar un legado, tengo que hacer todo lo mejor posible para mi familia. Cuando yo ya no esté aquí y mi hijo piense en lo que yo hice, quiero que le traiga buenos recuerdos. La música para mi sigue siendo importantísima, pero soy músico tan solo unas cuantas horas al día, mientras que soy un ser humano 24 horas diarias. Soy padre, esposo, amigo, miembro de la sociedad. Ese balance siempre tiene que estar ahí. La música no me hace a mí; yo hago a la música.
¿Qué le recomendarías a un joven que empieza y que quiere hacer lo que tú haces?
Mira, esta vida que nosotros hemos escogido que se llama ‘músico’, de una manera extraña es una vocación donde hay sufrimiento envuelto, como si fuéramos sacerdotes o monjes. Y lo digo en el sentido cómico, pero en realidad, mi consejo en general para las personas que están empezando es que tengan una cosa bien clara: cuando decidan ir por el camino de la música, el objetivo primordial es hacer música. El objetivo de un músico nunca debe ser el dinero, la fama, las drogas o las mujeres. Solo la música. Es difícil tratar de explicarle a alguien que en esta carrera, en esta profesión no hay nada garantizado, que es tan duro y difícil de entender que tú puedes dedicarle tu vida entera a la música y a lo mejor no pasa nada y ¿quién puede vivir con esa incertidumbre? Si tú estudias abogacía o medicina, cuando termines la carrera vas a conseguir un trabajo automáticamente. Vas a trabajar, vas a subir en la empresa en la que estas. En la música estudias, puede ser que te gradúes o no, y nunca sabes. Puedes estar 15 años tocando en clubes pequeños, ganándote la vida centavo a centavo, o quizás tres días después de que comenzaste a tocar se te aparece el trabajo de tu vida y estas con un grupo por 20 años y te haces millonario. La incertidumbre que hay en esta profesión es tan grande, que la única manera en la que puedes mantener algún tipo de estabilidad mental es teniendo muy claro por qué es que lo estás haciendo. La música era y es lo que me satisface por completo. Hasta este momento no he encontrado una descripción concreta y sensata con la que pueda yo expresar lo que siento cuando estoy tocando en una tarima y todo va bien. Es como si estuviera flotando, levitando, porque esa es la devoción que le tengo a lo que yo hago. Mi consejo siempre es, la música es como la cosa más ingrata que puedes hacer, pero al mismo tiempo te va a traer la satisfacción más grande del mundo, siempre y cuando estés dispuesto a entender que estás haciendo esto primero y primordialmente porque es algo vital para ti, que te hace sentirte completo como ser humano. No importa si estás tocando en un club frente a 50 personas o en una arena de 40,000 personas, tendrás la misma satisfacción. Es lo mismo, porque tienes un gran deseo en tu corazón de hacer lo que estás haciendo. Pero no hay garantías ni forma de ver cómo van a salir las cosas. Siempre he dicho; talento y suerte son dos avenidas que se van a cruzar en algún momento. Tienes que tener talento y preparación para que cuando la oportunidad y la suerte se crucen, no haya duda de que era tu momento, de que te tocaba a ti. Esto será más o menos factible dependiendo del tiempo y del esfuerzo que le metas.
¡Qué gran sabiduría!
No, yo no lo considero sabiduría. Son lecciones aprendidas a golpe puro de la vida, y esperamos aprender un poco de cada situación. Se aprende siempre más de las cosas malas que de las buenas, pues de las malas el dolor, el sufrimiento es tanto que causa un sentido de alerta. En toda situación siempre hay algo que aprender.
¿Algo más que quieras agregar?
Sí, hay algo que me encantaría expresar, pues sé que esta revista la leen principalmente personas latinas. En este ámbito, en este país donde hay tanta competencia y demás, hemos comprobado que los latinos tenemos toda la habilidad y conocimiento para hacer cualquier tipo de música. Te encuentras latinos tocando lo que sea; Jazz, Rock, Funk, yo tocando con J-Lo, Robert Trujillo con Metallica, o Cheche Alara con Barbra Streisand. Lo podemos hacer, y lo digo yo mismo, que era un jibarito de Bayamón, Puerto Rico, y con solo 18 años de edad salí a explorar estas tierras ajenas, donde encontré nuevos códigos difíciles de entender. Treinta años atrás jamás imaginé que yo tendría la oportunidad, dicha y fortuna de tocar con gente que he admirado toda mi vida. Ni en sueños imaginé que yo iba a estar en la misma tarima o en el mismo disco tocando con esos músicos y artistas, y eso me da un sentido de humildad y gratitud increíble. Desde el momento en que me subí a un avión para salir de Puerto Rico hace muchos años atrás, asumí una responsabilidad que con los años ha crecido y es aún más profunda. Mi responsabilidad es la de ser un embajador de mi cultura, de mi herencia y raíces en el mundo entero, pero siempre diciendo ‘escuchen mis palabras, no el acento de mis palabras’. Tengo un acento, pero sé de qué estoy hablando. Todo lo podemos lograr. Solamente tenemos que trabajar el doble de duro que otra gente porque tenemos una piel un poco más oscura y un apellido que no se pronuncia tan fácil. Lo podemos hacer todo, no pienses ‘soy de tal o cual sitio, ¿quién ha salido de aquí?’ pues mira, ¡a lo mejor tú eres el primero!