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Buster Williams, Célebre bajista con 57 años de excelencia

BUSTER WILLIAMS:
Célebre bajista con 57 años de excelencia en el jazz

 

Por Antonio Gandía

Durante mis años escribiendo para Músico Pro he realizado entrevistas muy diversas. Todas y cada una de ellas han sido especiales para mí, y también todas –hasta ahora– habían sido por vía telefónica. Esta ocasión iba a ser distinta. La entrevista sería en vivo y en directo, con un verdadero gigante del jazz sentado enfrente de mí, en su casa.

El día de la entrevista me subí a mi auto, y mientras manejaba sentía mariposas en el estómago. Por fin llegué a una casa en los suburbios residenciales del sur de Nuevo Jersey. Un hombre sonriente me abrió la puerta, me dio la mano diciéndome, “Hola, soy Buster” y amablemente me invitó a pasar. Ya en la sala nos sentamos junto a un altar budista. Después de más de una hora de conversar sobre la vida, la música y el budismo, hubo algo que me quedo clarísimo: en Buster Williams, el hombre, el músico y el ser espiritual son tres elementos inseparables de una misma persona.

Tratar de hacer una lista de toda la música que ha hecho el señor Williams desde 1960 requeriría varias páginas. Es conocido por su tono sólido y oscuro y su técnica altamente refinada en el bajo acústico, y de 1969 a 1973 la generación de jazz rock lo conoció como el cimiento del sexteto experimental de Herbie Hancock llamado Mwandishi [que significa ‘el autor’ o ‘el compositor’ en la lengua Zwahili].

Además de Hancock, Buster Williams ha trabajado con Miles Davis, Chet Baker, Stan Getz, Dexter Gordon, McCoy Tyner, Gene Ammons, Sonny Stitt, los Jazz Crusaders, Bobby Hutcherson, Kenny Barron, Frank Morgan, Stanley Cowell, Steve Turre, Emily Remler, Larry Coryell, y las cantantes Betty Carter, Sarah Vaughan y Nancy Wilson, entre muchos otros músicos y artistas. Williams ha grabado 15 discos como solista y ha participado en más de 400 grabaciones de otros artistas, así como también en grabaciones para música de cine y televisión.

A continuación les presento la conversación que tuve con el gran Buster Williams.

 

¿Cómo se inició usted en la música?

Mi padre tocaba el contrabajo y también otros instrumentos. Una vez el me hizo escuchar un disco del gran bajista Oscar Pettiford, y ese disco me conmovió tanto que le dije a mi padre ‘papá, tienes que enseñarme a tocar el bajo’. Y la cuestión es que previamente yo le había pedido que me enseñara a tocar el piano y también la batería y no tomé en serio ninguno de los dos instrumentos. Así que cuando le pedí a mi padre que me enseñara a tocar el bajo, el no creyó que yo lo iba a practicar disciplinadamente. Mi madre le tuvo que convencer, pero antes me dijo, ‘el bajo es el corazón de tu padre, así que ¡ni se te ocurra decepcionarle una vez más!’ Lo que no me esperaba es lo demandante y lo ‘físico’ que es el estudio del contrabajo. Tenía yo 13 o 14 años, estaba interesado en las chicas y el béisbol, y no se me había ocurrido el nivel de disciplina que me haría falta tener.

 

¿Qué tipo de cosas practicaba usted en aquel entonces?

Practicaba las herramientas para aprender el instrumento, tales como el uso del arco, entonación, digitaciones, escalas y el desarrollo de callos en los dedos, antes de siquiera comenzar realmente a tocar música. Tenía que ser muy estricto con la posición de mis manos, en particular mi mano izquierda. Cualquier momento en el que tuve el instrumento en mis manos fue para aprender. Y me quedó muy claro eso que la gente dice de que sin dolor no hay ganancia. Terminaba de practicar y me salían tremendas ampollas rojas y moradas en los dedos, ¡y me dolían tanto que por la noche no me dejaban dormir!

 

¿Cree que para los músicos de jazz es importante estudiar técnica clásica?

Sí, es increíblemente importante. Creo que en cualquier instrumento no aprendemos en si para tocar ningún estilo de música en particular. Estudiamos un instrumento para convertirnos en maestros, para fusionarnos con ese instrumento. Si eso sucede, entonces puedes tocar lo que quieras. No estoy estudiando en un ‘bajo para jazz’. Un pianista no estudia en un ‘piano clásico’. Usamos la música clásica como una gran referencia para ayudarnos a desarrollar nuestras herramientas en el instrumento.

 

Además de Oscar Pettiford, ¿quiénes han sido sus más grandes influencias?

Sam Jones, Ray Brown, Paul Chambers, Wilbur Ware, Bob Cranshaw, Reggie Workman, Jimmy Garrison… y cualquier otra persona que yo haya escuchado tocando bien el bajo. Así que tengo influencias que no son necesariamente populares o muy conocidas. Por ejemplo, Arthur Harper, bajista de Filadelfia, él fue uno de mis héroes. Mi padre me enseñó que hay que escuchar a todo el mundo. Además, si vas a tocar jazz, tienes que escuchar a quienes tocan ese género, no solo a los bajistas, sino que también a quienes tocan otros instrumentos.

 

¿En qué momento de su vida supo que se dedicaría a la música?

Fue muy interesante. Cuando me gradué del bachillerato en 1960 me fui de gira con dos saxofonistas muy famosos; Gene Ammons y Sonny Stitt. Tenían un quinteto juntos, y una noche estábamos en la tarima tocando y tuve una epifanía. Me dije a mi mismo, ‘esto es lo que voy a hacer por el resto de mi vida’. Había dado por hecho la música simplemente porque podía tocar y era divertido, pero después de ese momento me lo tomé más en serio.

 

¿Qué es lo que escucha en los otros músicos de un grupo cuando usted construye una línea de bajo? ¿Cómo afecta a lo que usted hace?

Mira, construir una línea de bajo es algo bastante intrincado y requiere un gran sentido de creatividad. Antes que nada, como bajista tienes una función, es decir, tienes que proveer la fuente, la base de la armonía. Nada sucede si el bajista no toca algo sobre lo que se pueda construir. El bajo es como los cimientos de un edificio. Si los cimientos son fuertes, entonces la estructura de un edificio está segura y puede ser alta. Entonces, yo tengo esa responsabilidad. Y después tienes que entender cómo funcionan las escalas y las estructuras de los acor-des. Tienes que estar en el momento, y determinar que nota es importante para realmente permitir que la estructura armónica sea efectiva. Eso también requiere un desinterés por el ego, pues tal vez estas escuchando muchas cosas en tu cabeza, pero tu función como bajista no puede ser sacrificada. A veces el bajista se siente limitado por su responsabilidad, y si ese es el caso y esa es tu perspectiva te va a costar mucho trabajo tener un futuro como bajista. Y no creo que ningún instrumento que toques limita lo que puedes hacer. Te toca a ti encontrar el potencial y relación con tu instrumento. Un bajo es lo que es, pero lo que tú le puedes sacar depende solo de ti mismo. Por otra parte, no se trata de aburrirse, –o de aburrir a los demás– tocando exactamente lo mismo una y otra vez. Se trata de encontrar las mejores notas, de escuchar, de estar en el momento y de aplicar tu creatividad para mejorar tu función y poder cumplir con tu responsabilidad.

 

Pero, ¿entonces cómo encuentra un balance entre la individualidad y creatividad musical y lo que un artista requiere? ¿Es acaso una batalla constante?

Eso es lo que tienes que eliminar rápidamente. Si es una batalla entre tú y ellos, ¡entonces tienes un problema! [Risas] El jazz es democracia. Si estoy sobre la tarima con cuatro o cinco músicos no se trata necesariamente de que tan bien sueno yo, sino de que tan bien hago que todo suene. Así también, si el grupo no es bueno, el bajista tampoco va a sonar bien. Pero si el bajista suena bien y está tocando con una perspectiva democrática, hará sonar bien al grupo.

 

¿Ha habido sesiones de grabación o conciertos en su carrera que hayan sido particularmente memorables o creativos?

Ha habido muchísimos momentos especiales. Cuando estuve tocando con Miles Davis experimenté un gran aprendizaje y desarrollo en mi acercamiento hacia la música, no por lo que Miles decía sino más bien al observar y escuchar lo que él hacía. Lo maravilloso de esta música es que la aprendemos cuando realmente estamos escuchando. Cada noche en la tarima con Miles escuché algo nuevo. Teníamos a Herbie Hancock en el piano, Wayne Shorter en el saxofón y Tony Williams en la batería. De una pieza a la siguiente había algo nuevo, y no hubo dos noches idénticas, tocábamos las mismas piezas, pero siempre eran distintas. Es como ir a un bosque y luego regresar pero a otros árboles. Cuando tuvimos el sexteto Mwandishi con Herbie Hancock fue increíble porque todos trabajamos juntos, nos desarrollamos juntos en una sola unidad, como una bandada de pájaros que vuelan juntos y de repente todos cambian de dirección al mismo tiempo. Ahí aprendí el gran poder de la unión, de trabajar en un equipo que comparte el mismo objetivo y la misma visión. Y todos en ese grupo llegamos más allá de lo que creíamos ser capaces de hacer. Como resultado, cada noche logramos encontrar algo nuevo dentro de nosotros mismos. Mi gran suerte ha sido que he tocado con gente que fomentaba ese proceso y siempre me han impulsado al límite y me han ayudado a vencer mis miedos. Para que la música sea inspiradora debe de ser una aventura. No puedes ser cauteloso porque la cautela es el gran enemigo de la aventura. Entonces para no tener miedo y triunfar tienes que adentrarte en lo desconocido, y preguntarte, ¿cómo llegue aquí? ¿Qué hago ahora? Una vez [El bajista] Ron Carter me dijo que nuestro desarrollo como músicos viene de la capacidad de crear problemas para nosotros mismos. Un músico que sea realmente creativo no puede tener miedo de crear un problema, pues es gracias al proceso de resolver ese problema que creaste para ti mismo que lograrás encontrar algo nuevo. Eso me mantiene fresco y como compositor me permite buscar cosas que aún no he encontrado, y es una búsqueda infinita. Si podemos permitirnos acercarnos de esta forma no solo a la música sino a la vida misma, entonces es una aventura que es excitante hasta el último momento.

 

Hablaba usted anteriormente sobre la composición. ¿En qué momento comenzó a componer su propia música?

Bueno, cuando estuve con The Jazz Crusaders entre 1967 y 1969 comencé a anotar cosas entonces. Cada noche que tocamos, después de que una melodía es tocada, entonces una nueva composición comienza. Cuando comienzas a hacer eso a lo que le llamamos ‘improvisación’, cualquier frase improvisada es una nueva canción que estas creando. Creo que el secreto de permitirte a ti mismo ser un compositor es el darse cuenta de que eso es lo que haces todo el tiempo, así que hay que escribirlo. Y ahora ¡has abierto la caja de Pandora! Cuando te sientas a trabajar con el objetivo de crear algo nuevo, ahora lo tendrás que poner en algún tipo de estructura. Pero piensa esto, cuando tomas tu instrumento y es hora de tocar un solo, lo haces sin titubeos. Así, el desafío consiste en no vacilar, en no titubear a la hora de escribir una pieza de música. En mi caso, ¡siempre estoy escuchando algo en mi cabeza! [Risas] Encuentro un gran consuelo al escribir música y al ponerme el reto de crear algo nuevo.

 

¿Cuáles son los cambios principales en la música que usted ha visto a través de los años?

El jazz y la música en general siempre se han visto afectadas por los cambios sociales y de esa misma forma la música afecta a la sociedad. Así que la realidad musical y la realidad social no existen por separado, y un factor que tiene un gran impacto sobre cualquier expresión artística es la economía, y también las normas sociales, los prejuicios e ignorancia de la gente. Ve a la sociedad actual; tenemos por lo menos unas tres generaciones de jóvenes y adultos que no tienen idea de lo que es una melodía. Nosotros crecimos escuchando canciones. Las canciones siempre han sido in ímpetu de libertad. Con cada gran movimiento social que ha pasado en la historia ha habido música. Por ejemplo, en el freedom movement de los años 60, ahí la música fue el resultado de ese movimiento y la música fue una inspiración para ese movimiento. Ahora hay géneros musicales nuevos y distintos a los que nosotros conocíamos. No solo eso, sino que la descripción de la música en estos géneros es distinta. Ahora todo es gratificación instantánea. Las estrellas nacen en programas de televisión, en concursos. Los ganan y les dan un contrato con un sello disquero. Creen que el éxito te llega por pura suerte, sin ningún esfuerzo de tu parte. Y esto afecta la calidad de lo que llamamos ‘música’. Y así, el trabajo duro es algo que muchos jóvenes quieren omitir si es que pueden hacerlo. El esfuerzo y trabajo duro es lo que te llevó a donde ahora estás, y me llevó a donde yo estoy. No me convertí en estrella de la noche a la mañana. Así, tenemos nuevas generaciones que no entienden lo que es el trabajo duro que se requiere para el éxito. Además, vemos lugares completamente llenos de gente que gasta un dineral y ¡simplemente brincan hacia arriba y hacia abajo! ¡Y a eso le llaman ‘música’! No tiene principio o fin. Es solo un beat a todo volumen que hace que la gente brinque y grite a todo pulmón tratando de hablarle a la persona que tiene enfrente [risas], no por criticar pero… ¡si por criticar, que demonios! [Risas]

 

¿Cree que actualmente es más difícil ser un músico de jazz?

Bueno, habiendo dicho todo lo anterior, el que te conviertas en un músico de jazz depende solamente de ti mismo. Si es difícil entonces es por ti, y si es fácil también es por ti. Sí, la economía es diferente y quizás las cosas no son tan accesibles como antes, pero eso no hace que sea más difícil. No lo hace más difícil para mí, pues esto es lo que yo amo hacer, y voy a hacerlo sin que importe la situación o los obstáculos que se presenten. ¡Los venceré a todos! Los obstáculos siempre estuvieron ahí, así que si eso es lo que te va a desanimar a continuar tu búsqueda y tu misión, entonces esa misión no fue gran cosa desde un principio.

 

¿Algún consejo para los jóvenes?

Mi consejo es muy simple: hazlo porque lo amas, pues esa es la única forma en la que podrás soportar las vicisitudes que estas destinado a afrontar, y para las cuales no estás preparado. Tu compromiso debe de ser el ímpetu que te hace romper todas las barreras.

 

Sé que recientemente usted trabajó en un documental sobre su trayectoria musical. ¿Que nos puede contar sobre eso?

Es un documental hecho por Adam Kahan y actualmente está siendo editado. Se llama Bass to Infinity. Los cineastas dicen que planean sacarlo en algún momento del 2018 y será mostrado en cines de arte. Espero que lo pongan en HBO y Netflix. El documental es acerca de mi vida. Pueden ver clips del documental en Vimeo.

 

Viendo hacia atrás en su carrera, ¿qué es lo más importante y significativo que ha hecho?

Todo ha sido significativo, y por esa razón no veo hacia atrás. Miro hacia adelante. En cualquier lugar donde la música es un factor necesario, quiero ser parte de ella. Lo más emocionante para mi es el convertirme en parte del jazz al tocar. Mi entusiasmo crece día a día.

 

www.busterwilliams.com
 
Jan 15, 2019 @ 7:12 pm

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